Aunque la
norma puso límites a los abusos, la ilegalidad sigue. Más del 80% de los
propietarios no registra el contrato ante la Afip. Y eso afecta a alrededor de
nueve millones de personas.
En la última
semana, se cumplió un año de la sanción de la Ley de Alquileres que, entre
otras medidas, colocó un índice de actualización de los valores de los
alquileres (el Índice de Contratos de Locación, ICL) que empieza a tener
vigencia desde este mes, y estableció que los contratos deben ser por tres
años. En el medio, la pandemia impuso también sus condiciones y el gobierno
intervino con el decreto 320/20, que prohibió hasta abril último los desalojos
y los aumentos precios. La pelea de fondo es si el Estado debe o no intervenir
en los precios de los alquileres. Distintos estudios revelan que un 20% de la
población es inquilina, es decir, unos 9 millones de personas. Y que más del
80% de los propietarios cumple con la obligación de registrar el contrato en la
Afip.
El dilema de
los precios
Uno de los
grandes problemas en torno de los alquileres es la falta de estadísticas
oficiales. Por eso, para analizar el cuadro se debe recurrir a relevamientos
privados y de las organizaciones sociales. En materia de precios, el número más
difundido es el del sitio Zonaprop, que en su último reporte apuntó: “A un año
de la sanción de la nueva Ley de Alquileres y en el marco de la actualización
de los valores de los contratos, el valor promedio de un departamento de dos
ambientes en alquiler en la Ciudad de Buenos Aires se ubica en $ 39.211 por
mes”.
“En lo que
va de 2021 –continúa el informe–, los precios de los alquileres acumulan una
suba del 27,8% por encima de la inflación”.
Regulado,
desregulado
Gervasio
Muñoz, titular de la Federación de Inquilinos Nacional, explicó: “El precio
está conformado por dos sectores: el Estado, con la actualización anual del
precio durante el contrato, la cual en el primer año de la ley quedó diez
puntos por debajo de la inflación, y el mercado, que impone el precio inicial
del contrato, el cual está completamente desregulado”. Estos últimos precios
“estuvieron muy por encima de la inflación, con renovaciones por encima del 60,
70 y hasta el 100 por ciento”.
Para Muñoz,
los informes publicados por los sitios privados del sector están sesgados y
responden a los intereses del sector inmobiliario. “El mercado inmobiliario
busca por todos los medios que esta ley se derogue porque sabe que la próxima
discusión es el precio inicial”, advirtió.
El rol del
Estado
Tanto el
Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) como el Centro de Economía
Política Argentina (Cepa) y la Federación de Inquilinos coinciden en que el 20%
de la población es inquilina. Se trata de unos 9 millones de personas. Por eso,
manifiestan la necesidad de que el Estado intervenga, lo cual es rechazado por
los grandes jugadores del sector.
Facundo di
Filippo, a cargo del área de alquileres en el Ministerio de Desarrollo
Territorial y Hábitat, dio a Tiempo su punto de vista: “El ministerio generó a
partir del decreto 320 una política pública de contención y creó el protocolo
de alerta temprana, que es una herramienta para buscar salidas para familias
que enfrentan un desalojo, a partir de la finalización” del congelamiento de
los desahucios.
Sobre la
falta de estadísticas, aseguró: “Estamos intentando conseguir la información
para abordar la temática. No hay un estudio fino, no hay un organismo que
arroje datos. Estamos avanzando en acuerdos con el Indec, con la Afip, con
Defensorías del Pueblo y con varios organismos para conseguir información y
poder así establecer políticas públicas”.
En ese
sentido, Di Filippo remarcó: “Es la primera vez que se aborda la complejidad de
los alquileres desde el Estado. La idea es poner más stock de vivienda en
alquiler, tanto pública como privada. Promover también que el privado ponga en
alquiler la vivienda”.
Sobre la
ley, el funcionario destacó: “Es una buena ley. Fue la mejor posible dentro del
contexto que había. Tiene un mecanismo de actualización que es bueno, pero que
claramente algunos sectores del mercado no la quieren acompañar. Ha dado más
seguridad al inquilino porque hay una relación desigual entre locador y
locatario. Hay que seguir fortaleciendo esta ley”.
Para Luna
Miguens, coordinadora del área de Derechos Sociales del Cels, “hay una
inquilinización creciente y no es hoy en día un método adecuado de acceso a la
vivienda porque está cada vez más precarizado. Hay también discriminación y
criterios arbitrarios para poder ingresar al mercado. El Estado debe avanzar en
brindar herramientas para mejorar el acceso a la vivienda; puede ser un actor
que ofrezca vivienda en alquiler y que genere oferta de mercado. Debe haber una
intervención más clara del Estado”.
El mercado,
descontento
Los sectores
dominantes del mercado inmobiliario intentaron desarticular la ley desde que
empezó su tratamiento. Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria
Argentina, es contrario a la ley. “No dudo de las intenciones y del espíritu de
la ley, pero no funcionó. El primer ICL supera el 40%. No sé cuántos salarios
aumentaron de esa forma. Si querían poner un índice, debía ser el Coeficiente
de Variación Salarial (CVS), pero lo mezclaron con inflación y sale perdiendo
el inquilino”, afirmó.
Bennazar,
que hoy forma parte de la mesa intersectorial convocada por el gobierno,
destacó el rol de mediador de las inmobiliarias, “que impidió un enorme
problema social cuando se terminó el decreto” y propone un sistema de arbitraje
para dirimir diferencias. “Son problemas que necesitan soluciones rápidas y
claras. Un arbitraje compuesto por el Colegio de Abogados, Defensores del
Pueblo y la Cámara Inmobiliaria aportaría claridad y dinámica”. «